Descubrimos que en la vida diaria hay caídas y levantadas, podemos decir que hay personas que consideramos como incondicionales porque están presentes en esos momentos y no escatiman en dar lo mejor de sí mismas con quien pueden compartir ese rasgo de incondicional dentro de los entornos en los se desenvuelven. Esto no excluye que haya situaciones donde que su presencia incondicional no sea bien recibida y se les rechaza, ignora, lastima… bloqueando ese rasgo incondicional que en muchas ocasiones brota del amor.
Siempre las personas que hacen del amor algo incondicional son valoradas porque han dado lo mejor de sí cuando ha sido necesario, sin restricciones de ningún tipo. Esta cualidad no todas las personas la han desarrollado, muchas la han limitado debido a experiencias previas donde han salido lastimadas o su confianza al corresponder ha sido traicionada. Dar lo mejor de mi ser como persona en su momento es complicado y nos pone límites cuando la otra parte no está en apertura para recibir el amor incondicional. Por ello, es importante recordar que para dar algo siempre debe haber quien esté en apertura de recibirlo, si no lo hay todo queda en el dar sin producir el fruto que debe ser.
Algunos especialistas señalan al respecto que quienes son capaces de tener un amor incondicional es porque la vida que han llevado no ha sido la esperada y de los resultados que han obtenido, sacan el aprendizaje de hacer lo posible para que otros no pasen por lo que ya ha vivido quien está dispuesto a brindar el amor incondicional. Son los que siempre estarán presentes en los momentos satisfactorios o insatisfactorios.
Pero, ¿qué entendemos como “amor incondicional”? Cada quien le dará el significado o definición a su propia conveniencia o desde su propia experiencia de vida. Desde un punto de vista personal, es dar lo mejor de mí a quien en su momento lo necesita, con plena disposición y/u ofrecimiento de los propios en recursos personales… sabiendo que al ofrecerlo de manera incondicional se ofrece a todos por igual, de manera presencial o en la distancia, simplemente porque todos son iguales como personas.
Aun con las personas que consideramos que nos han hecho daño o se han esforzado por destruir la imagen ante los demás siendo conocidos de ambas partes; el amor incondicional es aplicable, desde un punto de vista diferente, desde el momento en que no se les desea el mal, no se responde de igual forma o no se le destruye la imagen que los demás tienen de la otra persona. De esa manera, se ejerce el tipo de amor del que estamos hablando, porque al hacerlo así, damos lo que poseemos en nuestro interior, damos lo que tenemos y poseemos siendo la misma vida la que haga que ese amor fructifique en nuestro propio ser para que siga brotando desde nosotros. Un signo más obvio de este amor incondicional ante los que causaron daño es el perdón, porque al perdonar el amor crece en nuestro ser y nos libera de la carga que podamos traer a consecuencia del daño que consideramos haber recibido.
Termino este reflexión del amor incondicional puntualizando la “regla de oro” que muchas veces hemos escuchado: “No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos“. Tal vez no será necesario dar la vida, pero si parte de lo que en ese momento tengamos y podamos dar a los que tengamos en nuestra vida.
- El amor que doy a los demás ¿qué cualidad tiene? ¿condicional o incondicional?
- ¿Veo a los demás como otro igual a mí con las mismas oportunidades de vida que tengo?
- ¿Qué cambios haré para que a partir de hoy el amor que comparto sea incondicional?
- ¿Trato de la misma forma al que tiene autoridad o solvencia económica que al que considero que no la posee?
“Amor incondicional es el que nace desde la persona que soy, sin límites y sin exclusiones”.